Educar
es mostrar la vida a quien aún no la ha vivido. El educador dice:
“¡Atento, apunta!” El alumno lee la dirección apuntada y ve lo
que nunca vio. Su mundo se expande, se ve más rico interiormente …Y,
sintiéndose más rico interiormente, puede sentir mayor alegría y
compartir más alegría, que ésa es la razón por la que
vivimos.
La educación consta de dos partes:
- Educación de las habilidades
- Educación de las sensibilidades
La educación consta de dos partes:
- Educación de las habilidades
- Educación de las sensibilidades
Sin la
educación de las sensibilidades, todas las habilidades se tornan sin
sentido.
Los conocimientos nos dan medios para vivir; la sabiduría nos da razones para vivir. Quiero enseñar a los niños. Aún tienen los ojos encantados. Sus ojos están dotados de aquella cualidad que, para los griegos, era el principio del pensamiento: … la capacidad de asombrarse al contemplar lo más simple.
Para los niños, todo es maravilloso: Un huevo, una lombriz, un caracol, o el vuelo de las mariposas o los movimientos de las langostas, un cometa en el cielo, una peonza en la tierra. Cosas que los eruditos no ven.
En la escuela aprendí complicadas clasificaciones botánicas, taxonómicas, nombres latinos, ya olvidados; pero ningún profesor jamás llamó mi atención sobre la belleza de una manzana, o lo curioso de las simetrías que muestran sus hojas. Parece que en aquel tiempo, las escuelas estaban más preocupadas por hacer que los alumnos memorizaran palabras que en comprender las realidades que ellas representan.
Las palabras sólo tienen sentido si nos ayudan a ver mejor el mundo. Aprendemos palabras para mejorar los ojos.
Hay muchas personas con visión perfecta que nada ven … El acto de ver no es algo natural. Necesita ser aprendido. Cuando la gente abre los ojos, se abren las ventanas de su cuerpo y el mundo aparece reflejado dentro de la gente.
Los niños, sin hablar, nos enseñan las razones para vivir. Los niños no tienen saberes que transmitir. Su encanto es conocer lo esencial de la vida.
Quien no cambia su manera adulta de ver y sentir y no se hace niño, jamás será sabio.
Rubem Alves.
Los conocimientos nos dan medios para vivir; la sabiduría nos da razones para vivir. Quiero enseñar a los niños. Aún tienen los ojos encantados. Sus ojos están dotados de aquella cualidad que, para los griegos, era el principio del pensamiento: … la capacidad de asombrarse al contemplar lo más simple.
Para los niños, todo es maravilloso: Un huevo, una lombriz, un caracol, o el vuelo de las mariposas o los movimientos de las langostas, un cometa en el cielo, una peonza en la tierra. Cosas que los eruditos no ven.
En la escuela aprendí complicadas clasificaciones botánicas, taxonómicas, nombres latinos, ya olvidados; pero ningún profesor jamás llamó mi atención sobre la belleza de una manzana, o lo curioso de las simetrías que muestran sus hojas. Parece que en aquel tiempo, las escuelas estaban más preocupadas por hacer que los alumnos memorizaran palabras que en comprender las realidades que ellas representan.
Las palabras sólo tienen sentido si nos ayudan a ver mejor el mundo. Aprendemos palabras para mejorar los ojos.
Hay muchas personas con visión perfecta que nada ven … El acto de ver no es algo natural. Necesita ser aprendido. Cuando la gente abre los ojos, se abren las ventanas de su cuerpo y el mundo aparece reflejado dentro de la gente.
Los niños, sin hablar, nos enseñan las razones para vivir. Los niños no tienen saberes que transmitir. Su encanto es conocer lo esencial de la vida.
Quien no cambia su manera adulta de ver y sentir y no se hace niño, jamás será sabio.
Rubem Alves.